viernes, abril 02, 2010

Ella es una persona que muy seguido se ve en situaciones un tanto incómodas, por ejemplo, se ha visto forzada muchas veces a tomar prestados varios automóviles. De verdad, siempre ha sido para hacer cosas buenas, como salvar a alguien, hacer favores, o huir de algo.
La última vez simplemente se le vió acomedirse a mover uno de esos vehículos a un lugar donde no estorbara tanto. De pronto me acordé de cuando se fue en una motocicleta y derrapó; de milagro ella se salvó pero la moto se hundió en arenas movedizas. Siempre le pasa algo al locomotor en el que viaja. Cuando estaba moviendo el carro para que no estorbara, procuró hacerlo con mucho cuidado, no sólo para que nadie se diera cuenta, sino para no cometer alguna nueva estupidez que terminara en accidente.
Ya me acordé también del lugar en el que estaba. Era algo así como una colonia en un cerro. El lugar estaba lleno de mala hierba, y las casitas todas amontonadas; el cielo nublado, y el ambiente lleno de un hedor que aún no puedo definir. La vista resultaba difícil porque se saturaba de lo popular.
Así que empezó a mover el carro, una llanta pisó la orilla del camino al filo de una cañada, y como las profecías de Nostradamus, la maldición de las desgracias en el transporte se repitió.
Ella cayó al vacío, y como siempre, sus caídas se tornan lentas. Como en cámara lenta, así que esa sensación horrible en el estómago a caída libre se prolonga. La joven tenía puesto el cinturón de seguridad así que inteligentemente ella se dijo
Si me agarro de ése árbol, a lo mejor no nos caemos
; pensando en que ella y/o cinturón de seguridad iban a tener la fuerza necesaria para sostener el peso de un automóvil.
Por increíble que suene, así fue. El árbol poco a poco (al ritmo de la caída eterna)se fue curvando con el peso del objeto y la muchacha. Creo que por la velocidad del suceso el árbol no se rompió, se portó flexible. Al mismo tiempo, en la cima donde el auto comenzó a caer, la aglomeración de rocas parecía festejar el momento con un festín lluvioso de iguanas. Parecía un fuente de reptiles que se veían felices.
Mientras el tronco del árbol enorme y apestoso se arqueaba hacia el suelo, la muchacha no dejaba de ver a estos animalitos pero parecían correr en el aire. Caían sin lastimarse. Al fín tocó el suelo, y las iguanas corrieron.
Ahora se encontraba en una cañada llena de frutos caídos en pre-putrefacción.

MORALEJA
Los trastornos del sueño afectan la salud