martes, enero 05, 2010

Loba, te conosco


Loba en gracia que amamantas
la interrogación,
exige el precio, roza
en tu pupila
el vendaje extranjero.
Déjate morder la incertidumbre en nuestras noches.

Verás mi ingreso,
y en la insurrección
que habrá de ocupar tu pecho
álzate en cada frase.
Sabrás de esta planicie
por su idioma.
Llévalo.

Nuestra costumbre es recibir la mano como una contienda.
Nuestra ley desmiente a la memoria.
Nuestro lugar se apodera de este asombro, su penumbra.

Loba, denúdate sin cautelas.
Si es que ha de durar
la saliva la furia el estrépito,
congéniate con esta avalancha de palabras.
Di que querías ser caballo de mar
o criminal entre mis abrazos,
di labio astro o siglos venideros.

Y si ahora el sol es tu apetito,
dime, amor, amor, qué siglo te sostiene
y se acumula en esta huella esbelta
como esbeltos se derraman los planetas en mi espalda,
este incendio que aún desconocemos
y nos explica,
sin más premoniciones
que la historia de la última caricia.

Nuestro sitio.

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